sábado, 12 de mayo de 2018

ACLARANDO CONCEPTOS…
¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista?

Supongo que este Blog debería abrir sus puertas explicando algunos conceptos claves, como son: ¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista? o ¿Qué es un Centro Preferente?
Sin embargo, no es tarea fácil…

A lo largo de la historia la palabra “Autismo” ha ido modificando notablemente su definición (en función de su uso y las ideas concernientes al mismo). Y todavía hoy en día resulta complicado establecer una única definición técnicamente aceptada y compartida del autismo.


                                    


El DSM: Categorías y Criterios Diagnósticos.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, abreviado DSM), editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (en inglés, American Psychiatric Association, APA), es un sistema de clasificación de los trastornos mentales que proporciona descripciones claras de las categorías diagnósticas, con el fin de que los clínicos e investigadores de las ciencias de la salud puedan diagnosticar, estudiar e intercambiar información y tratar los distintos trastornos.
Me centro en el DSM porque creo que es una de las herramientas que más “influye” en mi trabajo. Y porque creo que si me centro en este manual podré dar un concepto claro, actual y universal sobre el Trastorno del Espectro Autista.

A lo largo de estos ocho años de Proyecto me he dado cuenta de que hay muchísima confusión en torno al Autismo, qué significa y en torno a cuáles son los términos “adecuados” a utilizar. También he observado mucha confusión con los términos TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo) y TEA; a veces utilizados como sinónimos (cuando se supone que hay un cambio de paradigma) y otras, como términos desconocidos entre sí (¡como si no tuvieran nada en común!).
Por ello, hablaré sobre las diferentes categorías diagnósticas que ha dado el DSM a lo largo de los años hasta llegar a lo que hoy conocemos como TEA:
La primera edición de este manual que incluyó el trastorno fue el DSM-III (1980), que consideraba una sola categoría, la de “Autismo Infantil”. Anteriormente, aunque el autismo había sido ya identificado como entidad específica, los comportamientos autistas eran asimilados a la esquizofrenia.
En 1994  el DSM-IV habla de TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo), que era una categoría que se dividía en cinco subcategorías: Síndrome Autista, Síndrome de Rett, Trastorno Desintegrativo de la Infancia, Síndrome de Asperger y Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado.
Y es en el 2013, con el DSM 5, cuando el término TGD es sustituido por el de TEA (Trastorno del Espectro Autista), Espectro sin subcategorías, excluyendo de él el síndrome de Rett y el trastorno desintegrativo de la infancia.

Me parece importante conocer la evolución de la categoría diagnóstica ya que con los cambios de “etiquetas” no solo cambian los criterios diagnósticos, sino también la forma de entender y comprender el Autismo y por lo tanto, la forma de abordarlo.
Por otro lado, todavía son muchas las personas (entre las que se incluyen profesionales de la salud y de la educación) que mezclan los términos indistintamente, generando una enorme confusión. Todavía hoy, nos encontramos familias confundidas y desorientadas, que deambulan de un lugar a otro con multitud de diagnósticos e informes (médicos, psicopedagógicos y educativos) que muchas veces no coinciden ni en el “diagnóstico oficial” del niño. Claramente, esto no ayuda nada.

En relación a esta evolución, me parece interesante también remontarnos a antes de la década de los 80, cuando se relacionaba el Autismo con la Esquizofrenia… y a cuando se creía en la “Teoría de las madres nevera” (que popularizó la idea de el Autismo era causado por una inadecuada relación afectiva entre el niño y los padres). Me remonto tanto y a este tipo de teorías tan obsoletas porque también son la causa de tanta confusión.
Teorías como la de “las madres nevera” hicieron mucho daño y todavía, hoy en día, permanecen sus efectos. A veces estos soy muy claros; se aprecian rápidamente con el tipo de preguntas o comentarios que te hacen cuando dices, por ejemplo, que trabajas con niños con TEA (me han llegado a decir “auténticas barbaridades”). Pero otras, los efectos son más sutiles… Estos están presentes en los prejuicios y en la visión negativa que muchas personas tienen del Autismo…



Hecha esta reflexión, paso a copiar los criterios diagnósticos que el DSM 5 establece para el TEA. Y por lo tanto, paso a copiar “mi definición oficial” del TEA.

A.  Déficits persistentes en comunicación social e interacción social a lo largo de múltiples contextos, según se manifiestan en los siguientes síntomas, actuales o pasados (los ejemplos son ilustrativos, no exhaustivos, ver texto):
  1. Déficits en reciprocidad socio-emocional; rango de comportamientos que, por ejemplo, van desde mostrar acercamientos sociales inusuales y problemas para mantener el flujo de ida y vuelta normal de las conversaciones; a una disposición reducida por compartir intereses, emociones y afecto; a un fallo para iniciar la interacción social o responder a ella.
  2. Déficits en conductas comunicativas no verbales usadas en la interacción social; rango de comportamientos que, por ejemplo, van desde mostrar dificultad para integrar conductas comunicativas verbales y no verbales; a anomalías en el contacto visual y el lenguaje corporal o déficits en la comprensión y uso de gestos; a una falta total de expresividad emocional o de comunicación no verbal.
  3. Déficits para desarrollar, mantener y comprender relaciones; rango de comportamientos que van, por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento para encajar en diferentes contextos sociales; a dificultades para compartir juegos de ficción o hacer amigos; hasta una ausencia aparente de interés en la gente.

B.  Patrones repetitivos y restringidos de conductas, actividades e intereses, que se manifiestan en, al menos dos de los siguientes síntomas, actuales o pasados (los ejemplos son ilustrativos, no exhaustivos, ver texto):
  1. Movimientos motores, uso de objetos o habla estereotipados o repetitivos (ejs., movimientos motores estereotipados simples, alinear objetos, dar vueltas a objetos, ecolalia, frases idiosincrásicas).
  2. Insistencia en la igualdad, adherencia inflexible a rutinas o patrones de comportamiento verbal y no verbal ritualizado (ejs., malestar extremo ante pequeños cambios, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales para saludar, necesidad  de seguir siempre el mismo camino o comer siempre lo mismo).
  3. Intereses altamente restringidos, obsesivos, que son anormales por su intensidad o su foco (ejs., apego excesivo o preocupación excesiva con objetos inusuales, intereses excesivamente circunscritos o perseverantes).
  4. Hiper- o hipo-reactividad sensorial o interés inusual en aspectos sensoriales del entorno (ej., indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicas, oler o tocar objetos en exceso, fascinación por las luces u objetos que giran).

C. Los síntomas deben estar presentes en el período de desarrollo temprano (aunque pueden no manifestarse plenamente hasta que las demandas del entorno excedan las capacidades del niño, o pueden verse enmascaradas en momentos posteriores de la vida por habilidades aprendidas).

D. Los síntomas causan alteraciones clínicamente significativas a nivel social, ocupacional o en otras áreas importantes del funcionamiento actual.

E. Estas alteraciones no se explican mejor por la presencia de una discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o un retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro de autismo con frecuencia coocurren; para hacer un diagnóstico de comorbilidad de trastorno del espectro de autismo y discapacidad intelectual, la comunicación social debe estar por debajo de lo esperado en función del nivel general de desarrollo.



Es decir,

“Los Trastornos del Espectro Autista (TEA), se definen como una disfunción neurológica crónica que desde edades tempranas se manifiesta en una serie de síntomas relacionados con la interacción social, la comunicación y la falta de flexibilidad en el razonamiento y comportamientos. El grado de gravedad, forma y edad de aparición de cada uno de los criterios va a variar de un individuo a otro. Ninguna persona que presenta un TEA es igual a otro en cuanto a características observables.

En todos los casos se presentan manifestaciones clínicas en varios aspectos de las siguientes áreas: interacción social, comunicación y repertorio restringido de intereses y comportamientos. Las manifestaciones del trastorno suelen ponerse de manifiesto en los primeros años de vida y variarán en función del desarrollo y la edad cronológica de los niños.
La complejidad de manifestaciones clínicas sugiere una etiología multicausal.”



Finalmente, y teniendo en cuenta que “una imagen vale más que mil palabras”, 
adjuntamos un VÍDEO con Nuestra definición del Autismo.




Se trata de un vídeo que preparamos en el 2014 (con la participación de los niños y profesores del colegio) para el Día Mundial de Concienciación del Autismo.
Esperamos que os guste y, sobre todo, que os ayude a asimilar mejor toda la teoría anterior.







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